Emplear los recursos con la mayor eficiencia es un reto para todos los sistemas de salud del mundo y además un compromiso ético. Ser eficientes no significa renunciar al desarrollo ni recortar el acceso a los servicios en pos de la tan socorrida reducción de costos.
No obstante, los recursos no debe ser derrochados en ningún ámbito de la visa social, tampoco en la salud; por ello se deben estudiar los procesos de atención a la salud para precisar cuáles recursos son los necesarios y en qué cantidades, para de esta manera tener bases sólidas para identificar excesos innecesarios en los gastos de los recursos que no se corresponden con los resultados en salud o para poder fundamentar incrementos necesarios, pues en ocasiones se necesita gastar más para lograr más.
Trabajar con eficiencia significa lograr la mejor relación entre los recursos consumidos y los resultados logrados, es por ello que en la búsqueda de la eficiencia no deben solo atenderse los costos, ambos componentes (recursos y resultados) deben ser analizados al unísono y sobre la base del proceso que permite, a partir de unos llegar a los otros.