Como bien decía Bauman en su libro Los retos de la educación en la modernidad líquida, es tal la cantidad de información que llega hoy como avalancha a los estudiantes a través de internet y las plataformas virtuales, que les resulta sumamente difícil “poder distinguir el trigo de la paja”.
En este escenario, resulta muy común que los niños y adolescentes empiecen a padecer de infoxicación, es decir, una intoxicación producida por el exceso de información que los lleva a confundirse, a desorientarse o, más aún, a desinteresarse por el aprendizaje de cosas nuevas.
Este neologismo fue acuñado por Alfons Cornella en 1996 y se refiere a la situación en que, ante una sobreabundancia de información, las personas tienen acceso a una cantidad de información mucho mayor a la que son humanamente capaces de procesar. Este exceso, que abruma a la persona, produce una ansiedad que el psicólogo británico David Lewis llamó, técnicamente, “Information fatigue syndrome”.
Lewis acuñó una frase al respecto que plantea con mucha claridad el problema de la sociedad contemporánea y el desafío central que tienen los profesores ante este cambio de época: “El conocimiento es poder, pero la información no lo es”.
Para lograr buenas práctica ante la avalancha de gran cantidad de recursos (más de 800 millones), el reto de un docente que quiera seguir siendo pertinente y cumplir con su misión educadora en este siglo: enseñar a los estudiantes a seleccionar adecuadamente la información para poder construir conocimiento a partir de ella, y promover que los estudiantes aprendan a vivir humanamente –desarrollen la sabiduría– partiendo de saber cómo aplicar el conocimiento a su realidad cotidiana.
A mi consideración el docente tiene que convertirse en un verdadero curador de contenidos. Así como un curador de arte es el profesional capacitado para desarrollar las mejores estrategias de exhibición y comunicación de una obra, de manera que se produzca una relación adecuada entre los artistas y los espectadores por medio de la obra y la forma en que ésta es presentada, así también los docentes vistos como curadores de contenidos tienen que prepararse y desarrollar las habilidades necesarias para poder, a partir de un conocimiento profundo de la audiencia –los intereses de sus alumnos–, investigar la información sobre los contenidos de su asignatura; filtrar y seleccionar lo que sea más relevante y pertinente; desarrollar creativamente las formas más atractivas y significativas de presentar estos contenidos y, por supuesto, comunicarlos de manera efectiva.
De acuerdo con lo anterior:
- Un maestro curador de contenidos es un mediador crítico entre la información y su alumnado.
- La curación de contenidos ayuda a conocer y descubrir los intereses de nuestros estudiantes; sabiendo qué les llama la atención, es más fácil agregar contextos que los motiven hacia la lectura y aprendizaje de los mismos.
- Se favorece el desarrollo del Pensamiento Crítico al momento de resolver el problema de seleccionar información relevante para ser presentado en el aula de clases.
- Curar contenidos ayuda a crear entornos de aprendizaje libres de infoxicación.
- Presentar contenido curado a los estudiantes fortalece la autonomía del estudiante.
- El maestro curador agrega contextos a sus contenidos; se apoya en la tendencia pedagógica de personalizar la educación”.
El trabajo de curador de contenido no es crear, no consiste en crear contenido, sino en potencializar los contenidos de otros para que sirvan como fuente de innovación y conocimiento.