Curso Electivo: "Nutrición en Salud"

La nutrigenómica y la nutrigenética son dos campos de estudio relacionados con la interacción entre la genética y la nutrición la cual es es un proceso complejo que permite el ciclo de la vida, al que abastece de sustancias que participan como fuentes de energía en la estructura celular y para el control del metabolismo, para mantener así la función y la homeostasis corporal. La genómica nutricional establece como principal objetivo aportar el conocimiento que permita hacer un diagnóstico y establecer un tratamiento nutricional basado en el genotipo individual, mediante 2 ramas principales: la nutrigenética y la nutrigenómicapromesa de personalizar la nutrición en función de la constitución genética del individuo, a partir del conocimiento de las variaciones en los genes y del metabolismo del nutriente.

Un ejemplo de la relación entre la nutrigenómica y la nutrigenética sería el estudio de cómo ciertas variantes genéticas pueden influir en la forma en que una persona metaboliza ciertos nutrientes, como la lactosa en la intolerancia a la lactosa. Otra área de interés es cómo la dieta puede modular la expresión de genes relacionados con enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes o enfermedades cardiovasculares, dependiendo de la predisposición genética de cada individuo.

En el caso de la intolerancia a la lactosa se debe a una mutación en el gen MCM6, que controla la expresión del gen de la lactosa (LCT). Normalmente, la lactosa se descompone en el intestino delgado por la enzima lactasa, producida por las células de la mucosa intestinal. En personas con esta mutación, la actividad de la lactasa disminuye, lo que dificulta la digestión de la lactosa y puede causar síntomas gastrointestinales como dolor abdominal y diarrea.

Por otro lado, es interesante que algunos individuos heredan una persistencia a la lactasa, que se traduce en la prevalencia de niveles altos de actividad de esta enzima en la vida adulta. Esta es una característica genética que se desarrolló hace aproximadamente 7500 años y se presume que ocurrió cuando los europeos comenzaron a consumir leche de origen animal.

Para los pacientes intolerantes a la lactosa no solo se sugiere la reducción del consumo de leche y algunos productos lácteos, sino que se recomienda el consumo de productos lácteos fermentados como el yogur y el queso que se toleran mejor debido a la digestión parcial de la lactosa durante la fermentación. Incluso existen suplementos de la enzima lactasa cuya ingestión previa al consumo de lácteos puede ayudar a prevenir síntomas. No obstante, siempre existen alternativas no lácteas como leche de origen vegetal a partir de la soja, la almendra o la avena, entre otros.

En resumen, la nutrigenómica y la nutrigenética nos ayudan a comprender mejor cómo la interacción entre nuestros genes y nuestra dieta puede influir en nuestra salud y bienestar, permitiéndonos personalizar recomendaciones dietéticas y mejorar la prevención y el tratamiento de enfermedades.