Los fundamentos económicos del modelo cubano garantizan la construcción del modelo socialista porque establecen una estructura basada en la propiedad estatal, la planificación centralizada y la equidad social. La propiedad socialista de todo el pueblo asegura que los principales medios de producción sean gestionados por el Estado en beneficio colectivo, evitando la concentración de riqueza. Asimismo, la planificación económica permite que el desarrollo nacional siga un modelo organizado, priorizando las necesidades sociales sobre los intereses de mercado, lo que refuerza la estabilidad del sistema socialista. Además, la diversidad de formas de propiedad, aunque reconocida, se encuentra regulada para evitar desigualdades que podrían debilitar los principios socialistas. Todo esto contribuye a la consolidación del modelo económico que sustenta el socialismo cubano, garantizando un sistema centrado en la justicia social y la solidaridad.
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