Material de apoyo

8. La bioética

Surgimiento y desarrollo de la bioetica

En el centro de este debate sobre la reflexión bioética en la década de los años 70 del pasado siglo en EEUU el Bioquímico y Oncólogo norteamericano V.R. Potter introdujo por 1ra vez el término de bioética en su obra “Bioética: un puente al futuro”, una reflexión global orientada hacia la supervivencia humana, señalando que una ciencia de la supervivencia debe ser más que una ciencia sola donde propuso enfatizar en los conocimientos biológicos y su relación con los valores humanos.

Es decir como una disciplina que debía tener un puente entre las ciencias naturales y las ciencias humanísticas con el fin de enfrentar la solución de los problemas ecológicos del mundo actual mediante la conformación de una nueva mentalidad ética de las relaciones del hombre y la naturaleza.

Potter, en uno de los últimos viajes que realizara fuera de los EU dictó una conferencia ante más de 500 estudiantes japoneses, en la cual resume lo que para él debe constituir el desarrollo de la bioética.

“… La teoría original de la bioética -bioética puente- era la intuición que señalaba que la supervivencia de gran alcance de la especie humana, en una civilización decorosa y sustentable, requería del desarrollo y del mantenimiento de un sistema ético. Tal sistema es la bioética global, basada en instituciones y razonamientos sustentados en el conocimiento empírico, proveniente de todas las ciencias, la palabra empírico en el sentido usual: el conocimiento empírico es el conocimiento basado en las observaciones o experimentos que son independientemente verificables. En la actualidad, este sistema ético propuesto sigue siendo el núcleo de la bioética puente, con su extensión a la bioética global, en la que la función de puente ha exigido la fusión de la ética médica y de la ética medioambiental en una escala de nivel mundial para preservar la supervivencia humana”

Potter en el año 1988 propone una “Bioética global” donde incluía problemas relacionados con la ética y la ecología, desarrollo sostenible, desarrollo de las generaciones futuras, el respeto por igual a todos los seres humanos, a la que denomino “Bioética sustentable”. Por otra parte pretendía desarrollar una disciplina humanista que fuera más allá del conocimiento médico donde prime la responsabilidad ante los resultados de su obra de sí mismo y de su entorno existencial presente y futuro.

Para la concreción práctica de la bioética global, según Potter, es necesario despojarse de la aspiración competitiva que prevalece en la sociedad capitalista. Además la reticencia de la ética médica al diálogo interdisciplinario y la tendencia aclamada en el ámbito médico de interpretar la bioética como ética biomédica, convenció a Potter de que los puentes bioéticos debían extenderse también hacia lo que él denomina como ética agrícola, ética social, ética religiosa, ética capitalista, etc. Para clarificar más el pensamiento potteriano, es necesario citar su interpretación del significado de la ética social y la ética capitalista para la bioética:

“La ética social reduce a una búsqueda de soluciones al conflicto entre los más privilegiados y los menos privilegiados. Toda otra materia depende de ese conflicto: el avance de los privilegiados versus la lucha por la supervivencia. Muchos países grandes en Asia y África parecen los ejemplos más remotos de un grupo reducido de privilegiados que ignora las necesidades básicas de alimentación, abrigo, educación, empleo y dignidad humana para la multitud menos privilegiada […] Sin embargo, al final de este milenio, aquí, en los EU, podemos observar ejemplos del dilema no solo de países lejanos, sino también en nuestro propio jardín trasero […] En el año 1988, en el libro Bioética global, me extendí sobre el tema de que una demanda por una salud humana al nivel mundial para todos los habitantes del globo y no solo para los escogidos, con tasas de mortalidad reducida y reproducción humana controlada a voluntad, forma parte de la bioética global […]”

“La ética capitalista […] exige que la filosofía de libre mercado sea un instrumento para un desempeño social bueno, mediante la si llamada mano invisible del autointerés que Adam Smith, un economista escoses, describió en 1776. Sin embargo, en efecto, es la mano rapaz la que opera en el libre mercado de una economía global que reduce la selva tropical y que vacía el mar de sus peces. La ética, así como es, no ha podido resolver el dilema de la simple justicia que equilibra los derechos humanos contra la ganancia máxima de una minoría”

Queda convencido Potter de que, en las condiciones del Capitalismo salvaje, sus aspiraciones para una bioética global no son posibles y de hecho se está pronunciando contra la ética del utilitarismo dado que la época del capitalismo de libre concurrencia que imaginó a Adam Smith, y que después se refrenda en la ética de Moore, Hare y Stuart Mill “Del mayor beneficio para el mayor número posible”, no es el Capitalismo neoliberal global del grupo de Chicago que tuvo oportunidad de conocer el creador de la bioética, en el que el “Mayor número posible” se reduce a un mínimo de privilegiados.

Es por esta razón es que su pensamiento evoluciona y se radicaliza en el sentido de percatarse de que los puentes entre los conocimientos empíricos de las ciencias naturales y sociales no son suficientes para concretar el ideal bioético de supervivencia y toma como ejemplo la disparidad de los avances en la genética molecular en relación con la reflexión referente a la repercusión económica y social de sus potenciales, riesgos y beneficios. Por todo ello, la tercera fase en el desarrollo de la disciplina que considera Potter es la “Bioética Profunda”. Más profunda sobre el bien y el mal que trasciende los datos concretos cuantificables actuales y se proyecte al futuro en el sentido de evitar el error fatal de priorizar los beneficios a corto plazo en relación con la prudencia a largo plazo, en términos de evitar la extinción de la especie.

 

 

 

La vertiente médica de la bioética

Como ya se conoce la sociedad norteamericana durante el periodo postguerra y la década de los años 70  atravesaba, una crisis de credibilidad moral conmocionada por la recesión económica, el síndrome de Viet Nam, las luchas por los derechos de las minorías, los movimientos ambientalistas, la introducción acelerada de tecnologías médicas de gran complejidad y poder invasivo, el elevado costo de los servicios de salud y el estímulo a su comercialización, así como la especialización hacia la más rentable atención médica hospitalaria, en detrimento de las acciones de promoción y prevención. El peligro de la deshumanización ante el resquebrajamiento del ancestral deber hipocrático de actuar en el mejor interés del paciente, en el entorno de una práctica de la atención tradicionalmente autoritaria, pero ahora investida de un poder inusitado sobre la intimidad, la vida y la muerte.

Diversas investigaciones médicas llevadas a cabo por un grupo de intelectuales norteamericanos comprometidos con las aspiraciones de la clase media, preocupados por la deshumanización de los servicios de salud se reúnen a fin de analizar y aplicar en el campo de salud su legado ético.

En 1974 el Congreso de los EU creo la “Comisión Nacional para la protección de los sujetos humanos de investigación biomédica y de la conducta”, la cual concluyó en 1978 con el Informe de Belmont, esbozo de una teoría utilitarista. Que describe el principalismo bioético en su aplicación del accionar médico e investigativo o concepción principalista del Belmont Report como método para la solución de los dilemas éticos que generan el ejercicio práctico de la medicina.

Que un año más tarde fuera sistematizada por dos profesores de Georgetown donde publican el libro “Principles of Biomedical Ethics” que expone la aplicación sistémica de los principios de beneficencia, justicia y no maleficencia a las decisiones en situaciones de conflictos presentes en la atención médica. Sin embargo a pesar de basarse en un sistema de principios, se le confiere igual jerarquía a todos, no llegan a establecer una escala ética, lo que evidencia el interés de los autores por brindar un procedimiento que ofreciera la mejor solución de acuerdo a las consecuencias, o sea una propuesta eminentemente teológica e utilitarista.

Aquí se pone de manifiesto el tránsito de la ética médica tradicional a la Bioética biomédica principalista basada fundamentalmente en la relación médico-paciente, en cuanto a los procederes de la práctica médica.

 

La bioetica: ¿Un nuevo tipo de saber?

La interrelación entre la ética y la vida confiere a la bioética el  valor nuevo de constituir un puente  hacia la expresión unitaria de las ciencias y validad la posibilidad heurística de la transdisciplinariedad. Ello nos lleva a la pregunta de si la bioética constituye un nuevo tipo de saber.